miércoles, 9 de junio de 2021

Aquel Pétalo Rosa que se llevó el viento.

¡Minna-san!!!

¡Otsukareina!!!

A veces es difícil escribir sobre una persona que siempre has apreciado, a la que has seguido y que de un momento a otro se va. Y para nadie es un secreto que Hamaura Ayano era mi favorita de Kobushi Factory, que junto a Nomura Minami y Taguchi Natsumi eran mi Tríada Sagrada de las Magnolias. Eran las llamadas a llevar al grupo a lo más alto. Las veía a las tres juntas un día en el escenario del Nippon Budoukan. Pero cuando cayó Natsumi, concentré todos mis sueños y esperanzas en Ayano.

Muchos quizás no lo saben, pero la amistad de Hamaura y Oda databa desde que ambas audicionaron para Morning Musume. Pero para mi no sólo ganó Sakura. Hubo una muchachita que me llenó los ojos desde el principio. Desde que la vi, supe que estaba destinada para grandes cosas. Aunque también debo de reconocer que muchachas talentosas en las que puse mis esperanzas y que merecieron mejor suerte, se retiraron sin pena ni gloria. Pero ese no parecía ser el destino de Ayano.

Recuerdo cuando la vi por primera vez en acción. Y no me equivoqué con ella. La pequeña Hama-chan era talento puro y por fortuna, lo mismo vieron los encargados de esos menesteres y por supuesto los fans. Y así nacía una de las estrellitas más rutilantes del Team Kenshuusei. Y por supuesto que una estrella con el talento de Hamaura, tenía que probar su valía y sólo era cuestión de tiempo para que lo hiciera.

Y ese momento llegó. Kobushi Factory fue el lugar donde Ayano tendría que demostrar de que estaba hecha. Y vaya que lo demostró y con creces durante cinco largos años. Cantante consumada y una por demás grandiosa bailarina. Era la estrella que estaba destinada a ser. Era ese Relámpago Rosa que iluminaba el escenario. Era la voz potente que te dejaba deslumbrado. Era la bailarina que imponía fuerza en el escenario. Era la dulzura de su actitud de niña. Eso y mucho más era Hamaura Ayano.

Pero todo empieza y todo tiene un final. Pero la historia de Hamaura Ayano no ha terminado. Recién empieza.

Los cinco años en Kobushi Factory fueron sólo el previo de su historia.

Esa historia que estará plagada de éxitos, felicidad y grandes logros, pues por éstos días está triunfando como modelo y actriz de teatro, pero ella lo tiene todo para dejar huella por el camino que vaya.

Y estoy seguro que será una historia feliz.

Y alguna día volveré a compartir esa historia.

Gracias Ayano.

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