domingo, 5 de diciembre de 2010

Carta abierta a mi madre.

¿Sabes má? no voy a empezar con el clásico y trillado "querida mamá", porque ya tú sabías que te amaba, así que voy a decirte algunas cosas que no pude decir a tiempo.


Durante 35 años te haz dado el trabajo de criar, educar y preparar para la vida al sujeto más especial que hayas podido conocer, te tomaste la molestia de enseñarle a leer, de desvelarte cuando estaba enfermo, de ver que nada le faltara y tú trabajo tal vez no haya sido bien recompensado, pero en el fondo tuviste la satisfacción de ver que hiciste un buen trabajo y supongo que debiste de sentirte orgullosa.

Durante 35 años fui feliz de tenerte, me diste las mayores lecciones de vida, traté de ser mejor persona, mejor hijo, pero no me alcanzó el tiempo para demostrártelo más, tampoco voy a usar el cliché de si fui o no buen hijo, porque eso al final tu lo sabías, ahora se me acabó el tiempo, te fuiste y me dejaste más solo que nunca, pero no tengo nada que reprocharte, al contrario, te fuiste tranquilita, estabas hecha una muñequita acostada ahí, con una expresión tan tranquila y eso es lo que no voy a poder superar, el hecho que tú estuviste conmigo cuando abrí los ojos por primera vez y yo no pude estar contigo cuando tú los cerraste por última vez, no pude decirte que te quería, que voy a tratar de hacer mejor las cosas, pero no pude hacerlo y eso lo voy a llevar conmigo hasta el día que te dé el alcance, sólo te me adelantaste, yo te seguiré muy pronto, ¿cuándo?, no lo sé, pero espero volver a verte.

Otra cosa que nunca pude decirte fue que a pesar de mis errores, soy la persona que querías que fuera, sano, trabajador, tranquilo, porque todo lo que soy es obra tuya, todas las lecciones que me diste las tengo conmigo y porque además de madre, fuiste mi mejor amiga, mi paño de lágrimas, reíste conmigo cuando estaba feliz, lloraste conmigo cuando la pasaba mal, ahora te me fuiste y el vacío es..... eso, vacío, como vacía ya estaba mi vida antes que te fueras, sólo que ahora es mucho más grande, más difícil de soportar, las lágrimas que derramé hoy eran las últimas que me quedaban, ya no me quedan más y el dolor que siento ahora es innecesario, porque debí hacer bien las cosas cuando estabas a mi lado, ahora ya no estás y sólo puedo quedarme con tú recuerdo, ese recuerdo que quema, que lastima, porque no sólo te fuiste y no pudiste escucharme decirte adiós, sino que me dejaste solo, pero eso ya te lo dije, pero te lo vuelvo a decir porque es lo único que puedo decirte, ahora lamentarme es algo que ya no vale la pena y tal vez éstas palabras suenen vacías, huecas, pero que puedo hacer, sólo eso me queda.

Adiós mamita, ahora voy a tratar de hacer bien las cosas, aunque no estés para verlo, tú espíritu estará conmigo y me acompañará, donde quiera que estés te prometo que ya no voy a llorar o al menos haré el esfuerzo, ¿sí? ahora para terminar, te digo que ahora que ya descansas, ya no verás más mis errores y mis logros serán para tí

Te quiero mamita

Tú hijo

Rivelino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario